El baile es una disciplina que repercute positivamente en nuestro cuerpo. Pero hoy no vamos a hablar de como incide en la parte más física. Vamos a hablar del baile y sus beneficios en la salud mental.
Todas las disciplinas de danza y baile nos ayudan a trabajar nuestro cuerpo. Nos entrenan en fuerza y flexibilidad, ayudan a tener una mejor higiene corporal y mejoran la coordinación y la destreza. Pero, ¿qué pasa en el cerebro? ¿Y en nuestras emociones? Cada vez hay más estudios que demuestran cómo el baile aporta beneficios en nuestra salud mental, ya sea en el día a día o en el trabajo con personas neurodivergentes.
Por un lado, la danza es repetición. Vas aprendiendo diferentes pasos y movimientos que al juntarse de diferentes maneras van formando coreografías. Y para aprender y mejorar hay que practicar una y otra vez. Esta repetición de movimientos y secuencias ayuda a crear hábitos, y esto lo podemos trasladar a nuestra vida cotidiana ayudándonos a poner orden y desarrollarnos personalmente.
Y por otro lado, la danza hace que te relaciones con tu propio cuerpo pero también con los demás. Esta interacción se hace desde el lenguaje no verbal, algo a lo que no solemos estar muy acostumbrados; por lo que supone una herramienta excepcional de conocimiento personal y de nuestro entorno. Al no involucrar la función lógica del lenguaje hablado se involucra al ser humano con la percepción del todo.
La danza y el baile se utilizan en terapias psicológicas, familiares y de reinserción social. Desarrollan la capacidad creativa y expresiva, por lo que muchas veces; si no conseguimos contar cómo nos sentimos con las palabras, podemos llegar a hacerlo con el cuerpo.
Se trata de una actividad corporalmente dinámica, por lo que nos ayuda a liberarnos del estrés y nos genera bienestar. A través del baile podemos expresar nuestras emociones y canalizar la adrenalina.
Al trabajar la propiocepción y los estímulos sensoriales, nos aporta mayor lucidez mental pudiendo así alcanzar soluciones creativas a algunos de nuestros problemas.
Mejora la autoestima al descubrir de todo lo que puede ser capaz nuestro cuerpo. Esto nos ayuda a combatir estados depresivos, aumentar nuestra confianza, levantar el ánimo y tener claridad de pensamiento.
La combinación de movimiento, espacio y ritmo a la hora de aprenderse coreografías, supone también un gran entrenamiento para el cerebro; por lo que la práctica habitual del baile combate el envejecimiento mental que se produce habitualmente a medida que cumplimos años.
Cada vez se utiliza más la danza como acompañamiento a otra terapias para combatir los efectos de enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson y también se utiliza en las sesiones clínicas a las que acuden personas con diferentes tipos de autismo, ansiedad crónica, depresión, etc.
Cerramos este artículo con todos los beneficios de la danza con la frase de la gran coreógrafa Pina Bausch: “Bailad, bailad; si no estaremos perdidos”.